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lunes, 16 de noviembre de 2015

15 de noviembre de 1816, Aniversario del Desastre de Yavi

Gral. Martín M. de Güemes
El Coronel, don Juan Fernández Campero, marqués de Tojo y Señor de Yavi, avanzó desde sus posesiones anteriores, siempre en cumplimiento de órdenes de Güemes, en dirección de Yavi, haciendo correr la voz de que “era Belgrano con todas sus fuerzas”; (19) ante cuya noticia la fuerza española se retiró precipitadamente de esta población, dejando en su apuro, “equipajes y pertrechos, por hallarse las bestias de carga pastando a larga distancia. (20)

El marqués, no obstante las reiteradas órdenes que se le había dado, para adoptar toda suerte de precauciones ante el temor de que la retirada enemiga sólo fuera una hábil ardid, se entregó a una confianza ciega en la seguridad de que los españoles se habían retirado a Suipacha o Cotagaita, cuando en realidad apenas habían llegado a Moraya.

Güemes, receloso, trató de conjurar el inminente peligro, ordenó al Coronel don Manuel Eduardo Arias, que avanzara hasta Corral Blanco, al sur de Yavi, si es que el enemigo entraba por ese camino.
El marqués, ciego en su confianza, desoyó las advertencias que le enviara don Gaspar Aramayo. No tomo ninguna providencia de seguridad, como la instalación de los necesarios centinelas en los lugares altos que rodean por todas partes la población y, por el contrario, tranquilamente, se fue a escuchar una misa mandado celebrar en su preciosa capilla.

Olañeta, enterado de esta circunstancia favorable reforzó sus efectivos con tropas que ordenó traer desde Mojo e inmediatamente se dio a la tarea de tomar por asalto a la descuidada población.
El descalabro fue grande. Los oficiales patriotas hicieron lo imposible para reunir tropas de su mando que, presas de más tremendo pánico, solo atinaban a huir en todas direcciones. Algunos hombres, a la desesperada, trataron de organizar alguna resistencia en lo alto de la loma, pero fueron exterminadas por fuerzas muy superiores. Bloqueados y cercados, cada uno trató de salvarse como mejor pudo. El segundo del Marqués , teniente coronel don Juan José Quesada, que con Ruiz de los Llanos y otros oficiales fueron sorprendidos en la casa del jefe muy poco pudieron hacer rodeados por todas partes.

Gral. Pedro Antonio de Olañeta
Campero abandonó la misa al sentir el tropel. En ese momento “pasaba Ruiz de los Llanos, montando en pelo un caballo flaco enfrenado; el Marqués que lo ve, le suplica su consejo y protección, a lo que el generoso oficial, cedió dándole su caballo. Cuesta al Marques cabalgar aun con ayuda. Mas, una vez encima, ordena a Ruiz organizar la tropa, mientras tira él a ponerse a salvo. Pero el enemigo entrando también por la parte del río en aquel momento, dilata el pánico. Todos se creen cercados. Ruiz que era alto y flexible, alcanza al Marqués y de un salto se le trepa en las ancas, pero viendo que era imposible sostenerlo a caballo sin silla ni estribos, toma una mula con quien da, cambia al Marqués de cabalgadura y acompañado de cuatro jinetes se creé en salvo. Más siete enemigos lo cargan también a caballo; una zanja que se cruza en el paso, detiene al Marques que titubea entre el golpe que le ofrecía el salto de la bestia y las garras de los perseguidores. Sus compañeros lo instan, el tropel ya está encima; él es el único que queda en aquella banda. Al fín toma ánimo, se encomienda a Dios y afirma el acicate a la bestia. Salta la mula, arroja al Marqués de la silla y cae en el fondo de 

la zanja, con lo que los enemigos logran darle alcance”. (21)
El Marqués y Quesada tomados en esta infortunada circunstancia, fueron remitidos presos al Perú.
El desastre no fue tan grande, por cuanto lograron huir, llevando sus armas, la mayoría de las fuerzas que fueron recalando en La Quiaca, Cochinoca y otros puntos. (22)

El 27 de noviembre, Belgrano desde Tucumán, informa al Director Supremo Pueyrredón, que “se demuestra no haber sido tan desastroso el contraste” y que “no es extraño que los cobardes que primero fugan, abultan y exageran los sucesos al tamaño del terror que los ocupa”. (23)

El general español, García Camba, en sus memorias, da como que “se hicieron trescientos cincuenta prisioneros con el comandante general, Marqués de Tojo el comandante Quesada, y el caudillo Indio, Cala, que, por esta circunstancia, fue inmediatamente pasado a las armas”. (24)


19) La Gaceta
20) Idem.
21) B.Frías T.II, pág.728
22) Partes oficiales, etc. T.II, pág.247
23) Idem, Pág.248
24) García Camba. Memorias, etc. Tomo I, pág.299
Bibliografía: Tomado de la Obra de Félix Infante “Jujuy y la Guerra de la Independencia” del Autor 1989, pág.38

Fuente: Jujuy le han puesto de nombre

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