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sábado, 4 de octubre de 2014

La Leyenda de Carballito

La leyenda de Carballito está muy difundida en Tucumán y en Santiago del Estero. La versión más frecuente dice que Manuel Carballo era un anciano peón del ingenio Esperanza en la década de 1880. 

Estaba encargado del cuidado de los mulares, en el campo que distaba un kilómetro y medio de la fábrica. Tenía, al parecer, asombrosos poderes curativos. Quitaba migrañas, dolores de muela, culebrilla y hemorroides, “de palabra”, como solían decir los hombres de campo, de los curanderos. 

También desgusanaba a los animales con heridas infectadas y los desparasitaba. Era una persona bondadosa y de gran corazón, siempre de buen humor, irradiaba cierta sensación de paz a quienes se le acercaban, y estaba presto a dar un consejo certero o a llevar consuelo a los necesitados. Por ello y por su condición de ermitaño, el viejo pasó a ser un personaje venerado por la peonada.

Un día el capataz observó que unos buitres volaban en círculo por encima del rancho de Carballo. 


Mandó unos peones a investigar. Al llegar se encontraron con el cadáver del anciano salvajemente asesinado por unos cuatreros, que lo habían atado a un alambrado. Su cuerpo estaba semidevorado ya por las alimañas. El patrón del ingenio ordenó que lo sepultaran allí mismo, junto a su casita. El día del entierro, una multitud de trabajadores acudió a despedirlo. Entre ellos estaba una mujer viuda, que tenía a su hijito gravemente enfermo. Entre sollozos pidió al alma del difunto que intercediera y salvase la vida de su único vástago. Al volver a la casa, se encontró con el chico milagrosamente restablecido. Desde entonces, numerosos creyentes rinden culto a Manuel Carballo, frente al austero monolito que lo evoca.


Existen varias versiones en cuanto a la personalidad de Carballo. Para algunos, era un hombre malo (al estilo de Bazán Frías) y habría terminado sus atormentados días en ese lugar, víctima del cólera en 1887. Para otros, era un viejo ciego y rodeado de un halo de misterio, fallecido en esa epidemia. 


Cualquiera sea la verdadera historia, lo cierto es que Manuel Carballo constituye el santo más venerado de la región sureste de la provincia de Tucumán. Hasta su santuario llegan peregrinos de otras provincias, en continua visita. En el monumento se observan cientos de pequeñas ofrendas, en agradecimiento por favores recibidos. Alrededor, la tierra exhibe varios agujeros. Según los lugareños, de allí brota agua, en determinada época del año.




Autor: José María Posse

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