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lunes, 15 de mayo de 2017

Belgrano quiere un rey

Habíamos señalado en la nota anterior, que Manuel Belgrano al barajarse la propuesta de acordar con los ingleses invasores en 1807, el “apoyo” de estos a la “independencia” de España por parte de estas colonias, se había opuesto manifestando que no quería cambiar el “amo viejo por el nuevo”. Él pensaba en independizarse, pero ¿Cómo hacerlo?

Ya en 1783, el Conde de Aranda, importante hombre de las cortes de los reyes españoles Carlos III y Carlos IV, había aconsejado al primero que: “Que VM se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español. Para verificar este vasto pensamiento de un modo conveniente a la España se deben colocar tres infantes en América: el uno de Rey de México, el otro de Perú y el otro de lo restante de Tierra Firme, tomando VM el título de Emperador. (…)”. (“El Conde de Aranda y su defensa de España: Refutación del "Viaje de Fígaro a España" de José Ferrer Benimelli, año 1972, Ed. Universidad de Zaragoza, España. Agradezco al Prof. Ernesto María Carranza que me acercó esta obra, obsequiándome el ejemplar).-

El consejo de reorganización imperial no prosperó, pero fue difundido y considerado por la Casa de los Borbones y tuvo una gran repercusión en las cortes europeas vinculadas a la casa real que gobernaba España, por las expectativas que la propuesta generó en su momento. 

Al caer la corona de los borbones españoles en manos de los franceses,  el 9 de agosto de 1809 Belgrano le escribe a la Infanta Carlota Joaquina de Borbón, (hermana de Fernando VII), reclamándole que asuma en forma inmediata como Regente del Río de la Plata en los siguiente términos: “No puede ser otra la decisión que V.A.R. tome más conforme a todos los principios más sagrados, que la de venir a mandar proclamarse y hacer reconocerse por regenta de estos dominios;  porque de otro modo, cada vez más, va V.A.R. dejando que esa junta de posesiona de la autoridad y que creando criatura a la sombra de Fernando VII, mañana sean otros tanto que lleven a todo los dominios españoles el espíritu de usurpación, o tal vez la prosecución de unas miras tan ajenas de la razón y de la ley.” (“Epistolario Belgraniano”, obra dirigida por Gregorio Weinberg, ed. Taurus).

Infanta Carlota Joaquina

Esta maniobra que realizaba Belgrano, por entonces Secretario del Consulado de Buenos Aires, era precisamente una aplicación del “modelo” propuesto por el Conde de Aranda que comentamos. El objetivo centrado en la persona de la Infanta constituyó en lo que se dio en llamar el “partido Carlotino”, del cual por cierto Belgrano fue un lúcido y representativo miembro. 

La alternativa carlotina es la primera operación rumbo a la independencia en la que encontramos en forma franca, protagonizando a Manuel Belgrano. 

Luego en 1810 al producirse la Revolución de Mayo, comienza otra etapa. El centro de las acciones ahora se encuentra en Buenos Aires y los protagonistas son los hombres americanos. Simultáneamente, se continúa con el proyecto carlotino.

Mientras esto sucedía, España era el escenario de una guerra descarnada, donde ingleses, portugueses y españoles, (absolutistas y liberales), habían constituido una alianza contra Napoleón, que retenía en Valency, prisionero a Fernando VII. El comandante de los ejércitos aliados era el irlandés Sir Arthur Wellesley, Conde de Wellington  y entre los grupos liberales pro británicos, existió la intención de hacerlo rey de España. Así surge de un artículo publicado en el periódico La Gaceta Diaria de Londres que se editaba en Sevilla, en el número quinto de fecha 24 de septiembre de 1813 y que lleva el título de “ARTURO PRIMERO, REY DE ESPAÑA”, donde se expresaba: “Sabemos por cartas particulares de la península que la popularidad de Lord Wellington entre los españoles llega hasta el entusiasmo. Comienza a prevalecer la opinión de que sería de gran interés para España, para Gran Bretaña  y para Europa el dar a Su Señoría la corona de aquel país.”  Esta información se originó en el diario Evening Post de Dublin, según nos lo cuenta Carlos Montero Rocher, en su artículo “El duque de Wellington, el inglés que pudo ser rey de España”, publicado en la Revista Historia de la Iberia Vieja, nro. 134. 

Sir Arthur Wellesley
En el año 1815 Manuel Belgrano viaja, junto a Bernardino Rivadavia, en misión diplomática a Europa pasando previamente por Brasil, donde se entrevista con la Infanta Carlota Joaquina y ante el fracaso de la gestión, entierra el proyecto monárquico con ella. Ya en Londres, se intenta  con otro Borbón, con el infante Francisco de Paula, hermano de Fernando VII y de Carlota Joaquina, pero la gestión concluye en vía muerta. En este período es cuando Manuel Belgrano redacta la Constitución del Reino del Río de la Plata.

Esto sucedía mientras corrían los días y los meses del año de 1815 y en Buenos Aires el 25 de enero, el entonces Director Supremo Carlos María de Alvear, escribió al Ministro de RREE de Gran Bretaña Lord Castlereagh lo siguiente: “Estas provincias desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen. Es necesario se aprovechen los momentos; que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado para que empiece a dar al país las formas que sean de su beneplácito, del rey y de la nación a cuyos efectos espero que V.E. me dará sus avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución…"

Por su parte Manuel Belgrano  el 6 de julio de 1816 propondrá, casi con urgencia y desesperación, ante el Congreso reunido en San Miguel de Tucumán, el proyecto de la monarquía temperada y encabezada por un inca. (imagen encabezamiento).

Desde 1809 hasta el 16, el proyecto monárquico de Belgrano fue modificándose en la medida en que se fueron sucediendo los acontecimientos del proceso revolucionario independentista americano, simultáneo a un tiempo europeo en donde parecía que todo estaba dando vueltas. Guerras entre liberales y absolutistas, guerras de posicionamiento geopolítico entre potencias emergentes, degradación y desmembramiento del otrora imperio español. Todo esto fue exigiendo cambios para adaptarse a aquella cambiante realidad. 

El proyecto final de 1816 – monarquía temperada e incaica – visto a la distancia, evidencia la sensatez y visión integradora de Manuel Belgrano. 

Con el proyecto referido nuestro Padre fundador de la Nacionalidad, procuraba integrar a los pueblos naturales a la sociedad nueva de la independencia, darle al estado naciente un sello de identidad americana y a la vez, con el sistema parlamentario, (monarquía temperada), integrarse al mundo que, tras la caída de Napoleón definitiva, se organizó bajo este sistema. Si bien se reclamaba la independencia de España, simultáneamente se afirmaba el sistema monárquico establecido en Europa como forma de gobierno para el Río de la Plata, con lo que se buscaba ganar apoyo y tolerancia en las potencias del viejo continente  a la vez que organizarse como estado.

Belgrano pensaba en organizar al país en forma estable e insertarlo en el mundo más avanzado que constituía la Europa de las monarquías parlamentarias o temperadas, como se las solía llamar en aquellos tiempos.

El propio Mario Belgrano, descendiente y biógrafo del prócer, en su trabajo “Belgrano”, nos expresa: “…la caída de Napoleón había dado mayor prestigio a los gobiernos monárquicos y las ideas republicanas habían perdido, en una gran masa de opinión, mucho del ascendiente del que habían gozado antes. Considerando el asunto con este criterio, creía el general que no era oportuno expresar tendencias que contrariasen violentamente con la de aquellos países.” (ob. Cit. Pág. 334, ed. Año 2006, Instituto Nacional Belgraniano).



Como se ve, el proyecto monárquico de Belgrano, era el producto de una visión integral de la necesidad organizacional del país multirracial y a la vez, de la inserción de este en el mundo más avanzado, mediante un sistema de organización institucional similar al que se daban los países centrales. Esto demuestra el realismo crudo con el que Belgrano miraba el escenario de la patria naciente. Tiene la mirada de un estadista que a la vez que construye, orienta las acciones por perspectivas de futuro. Lejos está de un hombre simplemente idealista. Manuel Belgrano es ideólogo y a la vez conductor. Marcó rumbos y asumió desafíos que absorbieron sus fuerzas vitales.

Fuente: Luis Horacio Yanicelli

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