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viernes, 11 de julio de 2014

El origen de Cristóbal Colón (I)

Es cierto, como tantos han subrayado, que la figura y la vida de Colón están repletas de misterios y enigmas, porque, pese a que acerca de él queda más documentación que sobre cualquier coetáneo de tan humilde origen, no siempre concuerdan los datos y detalles por él aportados en sus múltiples escritos y los aducidos por otros personal y cronológicamente cercanos (su propio hijo Hernando, los historiadores Bernáldez, Mártir de Anglería, Las Casas, Fenández de Oviedo o los primeros testigos de los tempranos pleitos colombinos).
A esa discordancia se han sumado en los tiempos modernos las interpretaciones más peregrinas de algunos historiadores y, sobre todo, las elucubraciones de no pocos aficionados y publicistas de tres al cuarto (de un médico rural jubilado a un hostelero, de un ingeniero industrial reciclado por un segundo a un cazanazis o a un pseudofilólogo), quienes, como consecuencia de "un submundo literario en expansión", al decir de C. Martínez Shaw, alentado por ridículos nacionalismos más o menos periféricos, han difundido las teorías más absurdas y disparatadas, con el único fundamento de la adivinanza o el presentimiento.

Siguen, por tanto, con plena validez las reflexiones de Fernández Armesto, quien, con serio humor, sostenía en 1990 que es tal "la atracción entre Colón y los chiflados" que, si una de las numerosas comisiones formadas para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de América [en 1992] ofreciera un premio a la teoría más estúpida sobre Colón, el concurso sería muy reñido.

Discusiones sobre el origen de Colón

La oriundez de Colón, en concreto, constituye uno de los aspectos sobre el que se han arracimado, con la abundancia de la eclosión de flores en primavera, las hipótesis más inverosímiles y hasta risibles, de manera que se ha llegado a conectar con "sectas extrañas [...] y hasta de procedencia ex- trarrestre", como recuerda Arranz Márquez, o se le ha buscado un origen templario y considerado hijo ilegítimo de Giovanni Battista Cibo, futuro papa Inocencio VIII (así, R. Marino en 2006).
Supuesta tumba de Colón en Sevilla
Supuesta tumba de Cristóbal Colón en la catedral de Sevilla.

A la expansión de algunos de estos desatinos ha contribuido no poco en nuestros días un medio como Internet, además del afán de lucro o de notoriedad social que parece guiar a ciertos investigadores al emperrarse en indagaciones condenadas al fracaso, por mucha parafernalia científica de que quieran arrogarse. Así, de vez en cuando, se leen noticias sobre intentos de examinar el ADN de los restos de las dos supuestas tumbas de Colón en Sevilla y en la República Dominicana para compararlo con el de las familias hispanas que portan ese apellido; mas de tales verificaciones, por mucha esperanza que en las mismas se hayan puesto, solo podría deducirse que en un momento concreto un descendiente de Colón marchó a vivir a un determinado lugar, pero no probarían que Colón hubiera nacido allí, salvo que se pudiera seguir el rastro del árbol genealógico del sujeto o de los sujetos correspondientes hasta mediados del siglo XV.

Las razones de su hijo Hernando

Resulta, en parte, incuestionable que el más remoto apoyo a las discrepancias sobre la patria de Colón cabe buscarlo en su hijo don Hernando, quien, en la Historia del almirante (terminada en 1539, aunque, perdido el original verosímilmente castellano, no se publicó hasta 1571 en italiano), adujo contra la verdad que el mismo don Cristóbal no quiso aclararlo a causa de su modestia:
"Cuan apta fue su persona y dotada de todo aquello que para tan grande cosa convenía, tanto más quiso que su patria y origen fuesen menos ciertos y conocidos".

Su hijo Hernando Colón
Su hijo Hernando Colón.
Pero también es indudable que don Hernando sabía la procedencia de su padre, pues, páginas más adelante, la esclareció de modo transparente, aun cuando sus precisiones hayan pasado inadvertidas con harta frecuencia por haberse fijado más los estudiosos en otras reticencias con que el hijo aborda la cuestión.
Mas, dejando por un momento tales detalles, es preciso recordar antes que, sin salir de España, se ha considerado a Colón castellano de Guadalajara, convirtiéndolo en hijo ilegítimo del conde de Treviño, Diego Gómez Manrique, y de Aldonza de Mendoza, hija de Diego Hurtado de Mendoza y, por tanto, hermanastra del primer marqués de Santillana, lo que explicaría el silencio sobre una mancha que todos los contemporáneos acordaron callar (R. Sanz García, M. del Olmo, E. Cuenca), aunque la auténtica mancha es el enorme voluntarismo, el escaso discernimiento histórico y las montañas de oquedades bibliográficas de quienes han planteado ese supuesto origen.

Para algunos, era extremeño, por una grosera confusión de Piacenza con Plasencia; y, para otros (R. García de la Riega, por ejemplo), gallego, mediante la manipulación documental, manipulación que se ha pretendido negar recientemente, al tiempo que se insistía con forzadas referencias lingüísticas y toponímicas en la pretendida identidad gallega (A. Philippot Abeledo), la cual también se ha apoyado indicando que los escritos de Colón solo tienen sentido traducidos al gallego, que era desconfiado como gallego y que tenía una "innata intuición galaica" (J. R. Fontán González).

Las teorías de Cataluña 

También se le ha hecho catalán de distinto pelaje, pues si, para unos, luchó junto a Renato de Anjou frente a Juan II de Aragón (L. de Ulloa y Cisneros), para otros lo hizo a favor del príncipe de Viana (Carrera Valls, Bayerri y Bertomeu, Vallhonrat i Llurba); ibicenco, por creer erróneamente que algunos de los nombres que dio Colón a los lugares descubiertos solo se hallan en Baleares, así como por considerar catalanismos construcciones que se explican desde otras lenguas (N. Verdera, M. Ramón); y mallorquín (J. Suau Alabern, N. Mª de la Salle), en cuyo caso se ha pretendido identificarlo como hijo del príncipe de Viana y de Margarita Colom y, en consecuencia, como sobrino de Fernando el Católico, lo que habría obligado a silenciar su origen (J. Cerdá, G. Verd Martorell).Conectado o no con su presunta filiación

Conectado o no con su presunta filiación hispana, no ha faltado tampoco la defensa de una ascendencia judía, buscada desesperadamente por muchos en las más destacadas figuras de la Castilla cuatrocentista. Así, unos han achacado a Colón un nexo directo, llegando a escribir, sobre la base de una cadena de supuestos y malinterpretaciones, que "se comporta como un marrano, que oficialmente, tanto en público como por escrito, se distingue como un hombre de fe, pero en privado y con sus allegados (cartas a su hijo Diego con bethai) se comporta como un convencido practicante del judaísmo, y se identifica como tal" (O. Villar).
Otros le han adjudicado una procedencia judaica remota, como hizo S. de Madariaga, quien alegó que el descubridor, aun cuando genovés, descendía de judíos españoles, emigrados generaciones antes, de manera que la facilidad con que se movió más tarde por la corte castellana se habría debido a los conversos que rodeaban a los reyes. Mientras que algunos estudiosos han considerado posible ese origen de manera más incidental, a mi ver con nulo fundamento, ya que apenas pueden arañar más apoyatura que actitudes supuestamente crípticas en sus escritos o su comportamiento.

Colón, extranjero 

Desechados el origen hispano y la presunta ascendencia judía, que carecen de la más mínima base, hay que remachar que el propio Colón se consideraba extranjero en Castilla. Así, por ejemplo, en el Diario del primer viaje, al dar cuenta de la gran tempestad que se desató a su vuelta, el 14 de febrero de 1493, comenta, entre otras cosas, que "le dava gran pena dos hijos que tenía en Córdoba al estudio, que los dexaba güérfanos de padre y madre en tierra estraña; y en declaraciones notariales, pleitos o cartas él y sus hermanos se confesaron foráneos. Igualmente, los coetáneos con los que mantuvo trato lo juzgaron extranjero: verbigracia, en un documento del tesorero Francisco González, firmado en Sevilla, el 5 de mayo de 1487.
En dicho documento se le cita como "Cristobal Colomo extrangero"; como "Colomo extranjero" se le nombra también en una cédula de 12 de mayo de 1489, al concedérsele ayuda para su traslado a la corte; Garci Hernández, el médico palense que lo conoció en la Rábida, manifestó años después haber oído comentar a Juan Pérez, el fraile que atendió a Colón en ese monasterio, que era de «desposyción de tyerra e reino ageno a su lengua»; y Juan Martín Pinzón, hijo de Martín Alonso Pinzón, lo calificó en 1535 como «estranjero destos reinos».


Todas estas declaraciones coinciden con el examen de la lengua empleada en sus múltiples escritos, la cual tenía como cimiento el castellano, si bien, como en repetidas ocasiones remachó Las Casas en su Historia de las Indias (cuya primera redacción corresponde a los años 1527-1531,aunque admite interpolaciones posteriores), no lo hablaba bien por «ser natural de otra lengua», pues «en Castilla no había nacido», de modo que «algunas» de sus palabras eran «no de perfecto romance castellano, como no fuese su lengua materna», sino palabras «defectuosas cuanto a nuestro lenguaje castellano, el cual no sabía bien»: esa base castellana, aprendida oralmente, se mezclaba, en efecto, con soluciones gráficas, fonéticas, léxicas y morfosin- tácticas del portugués y de su natal dialecto italo-hablante (es decir, la variante propia de la región de Génova), junto a algunos términos aprendidos de la jerga «levantisca» común a los marineros mediterráneos.

Conjeturas descabelladas

Ahora bien, en la tesitura de precisar la indiscutible procedencia extranjera de Colón, se han sucedido también conjeturas del todo descabelladas que han querido convertirlo en francés, inglés, griego, suizo, corso y hasta americano.

Por supuesto, a partir de su estancia y matrimonio en Portugal, se ha barajado asimismo, al menos desde la segunda década del siglo XX, la ascendencia portuguesa en una cadena de estudios que culminan, por ahora, en un libro de Mascarenhas Barreto, donde, a la zaga de varios de sus predecesores, se le rastrea a Colón una noble progenie, al hacerle hijo bastardo del infante don Fernando, duque de Beja, y de su amante, Isabel Sciana da Câmara; su verdadero nombre sería Salvador Fernandes Zarco y habría trabajado como agente secreto de Juan II de Portugal ante los soberanos españoles.

Años antes, un reconocido investigador español suponía que >en Castilla pudo estimársele durante cierto tiempo como portugués a causa de los años de residencia en el país vecino, además de por su matrimonio y sus portuguesismos; pero no pasa de ser una conjetura más o menos plausible la idea de que se refiere a Colón el espacio en blanco que aparece antes de la anotación «portogues» en una entrega de 30 doblas, realizada por Pedro de Toledo, limosnero de Isabel la Católica, el 18 de octubre de 1487.

En suma, la propuesta portuguesa no puede exhibir otros asideros que los lógicos portuguesismos, tras una permanencia prolongada en aquel país, y la contradicción entre algunas de las referencias cronológicas proporcionadas por Colón y las de varios documentos genoveses, cuya explicación resulta posible por distintas razones. Así las cosas, ese supuesto origen solo puede conectarse con otros muchos devaneos eruditos o de audacia opinadora, como prueban los documentados estudios de algunos investigadores del mismo Portugal que han rechazado inmisericordemente la teoría revitalizada por Mascarenhas (Lancastre e Távora, Pinheiro Marques, Graça Moura), pese a lo cual la defensa de la identidad del Colón postulado por éste no ha perdido vigencia en el publico portugués, pues, aunque desde el terreno de la ficción, ha reaparecido en 2005 en la novela Codex 632 del periodista Tomás de Noronha y en una película de Manoel de Olveira, estrenada a fines de 2007. 

Fuente: Elmundo.es

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